sábado 30 de enero de 2010
Hijos de voto
Antonio Sabio Granados
Aunque cuatro de cada diez jubilados no alcanzan la edad de 65 años, al Gobierno del Reino de España se le ha ocurrido subir la edad de jubilación a los 67 años. Tamaña proeza de cuadratura de la cuentas públicas debería ser valorada por el jurado encargado de otorgar el Premio Nobel de Economía, pongamos por caso.
Aunque las fusiones bancarias, expedientes de regulación de empleo y demás reconversiones siempre se cuadran con prejubilaciones para los que no han cumplido 65 años, al Gobierno del Reino de España, se le ha ocurrido subir la edad de jubilación a los 67 años. Tan impresionante compromiso con el mantenimiento del orden social debería tenerse en cuenta por el jurado encargado de otorgar el Premio Nobel de la Paz, pongamos por caso.
Aunque en España la tasa de paro se acerca al 20%, al Gobierno del Reino de España se le ha ocurrido subir la edad de jubilación a los 67 años. Tan imaginativa reinvención del principio de arquímedes, no debería pasar desapercibida para el jurado encargado de otorgar el Premio Nobel de Física, pongamos por caso.
Aunque en España la casta política con siete años de cotización se regalan la pensión máxima de jubilación, al Gobierno del Reino de España, se le ha ocurrido subir el periodo mínimo de cotización hasta los veinte años al común de sus súbditos. Semejante investigación de la aritmética asimétrica, no debería dejar de llegar al jurado encargado de otorgar la medalla Fields, pongamos por caso.
Como dice mi buena amiga y poetisa menor, Gracia Congoja, estos hijos de voto dan unas patadas en nuestro trasero que da gasto. En su casa real, es decir, no hipotecada, se lo montan. Y afirman las gentes que, además, se hacen llamar ministros.
Hijos de voto
Antonio Sabio Granados
Aunque cuatro de cada diez jubilados no alcanzan la edad de 65 años, al Gobierno del Reino de España se le ha ocurrido subir la edad de jubilación a los 67 años. Tamaña proeza de cuadratura de la cuentas públicas debería ser valorada por el jurado encargado de otorgar el Premio Nobel de Economía, pongamos por caso.
Aunque las fusiones bancarias, expedientes de regulación de empleo y demás reconversiones siempre se cuadran con prejubilaciones para los que no han cumplido 65 años, al Gobierno del Reino de España, se le ha ocurrido subir la edad de jubilación a los 67 años. Tan impresionante compromiso con el mantenimiento del orden social debería tenerse en cuenta por el jurado encargado de otorgar el Premio Nobel de la Paz, pongamos por caso.
Aunque en España la tasa de paro se acerca al 20%, al Gobierno del Reino de España se le ha ocurrido subir la edad de jubilación a los 67 años. Tan imaginativa reinvención del principio de arquímedes, no debería pasar desapercibida para el jurado encargado de otorgar el Premio Nobel de Física, pongamos por caso.
Aunque en España la casta política con siete años de cotización se regalan la pensión máxima de jubilación, al Gobierno del Reino de España, se le ha ocurrido subir el periodo mínimo de cotización hasta los veinte años al común de sus súbditos. Semejante investigación de la aritmética asimétrica, no debería dejar de llegar al jurado encargado de otorgar la medalla Fields, pongamos por caso.
Como dice mi buena amiga y poetisa menor, Gracia Congoja, estos hijos de voto dan unas patadas en nuestro trasero que da gasto. En su casa real, es decir, no hipotecada, se lo montan. Y afirman las gentes que, además, se hacen llamar ministros.
